miércoles, 6 de agosto de 2008

Menos onda que un renglón

Una vez fui a una exposición de pintura naif. Todos tenían muy buena técnica. Pero eran todos iguales. Menos la firma o los marcos. Y hasta por ahí, porque hasta la letra era parecida.
Lo mismo pasa cuando vas a ver exposiciones de alumnos de tal o cual pintor, encontrás cuadros colgados que no sabés si son del maestro o de algún alumno, la pasión del maestro influencia a los alumnos. O los alumnos sin pasión se dejan influenciar por el maestro.
Como cualquiera puede expresarse, como cualquiera puede pintar, como cualquiera puede fotografiar, cualquiera puede hacer un cuadro.
En realidad cualquiera puede reproducir lo que se ve. Cualquiera puede contar algo.
Y ponerle una firma y hacerse el autor de eso.
¿Pero si cualquiera lo puede hacer, que valor tiene ser el autor de eso?
Si lo que uno hace lo puede hacer cualquiera, tampoco tiene valor lo que hizo.
Lo que en diseño seria el caso del sobrino:
…¿cuanto me querés cobrar por esto? ¿¡Cuanto!? ¡Si es un dibujo! Bue….pibe.. deja te llamo…porque voy a ver si lo uso…capaz que no lo necesito..viste
Esto significa que nunca te van a llamar. O lo que es peor, va a llamar a un sobrino que dibuja, el cual va a jugar a ser diseñador un rato, sentándose en la pc a hacerlo juntos y después con un regalo lo arregla.
Ese era un diseño que lo podía hacer cualquiera.
¿Qué le falta a un laburo realizado que por sí sólo demuestra que lo podría haber hecho cualquiera? Pasión.
Imaginen entonces en un autorretrato que expuesto puede ser el autorretrato de cualquiera, que hay que poner al autor al lado, o una explicación de toda su vida con flechitas a distintas partes del cuadro.
O peor: que ni siquiera te den ganas de conocer a quien lo hizo.
Porque puede no ser parecido, puede no representar realmente lo que quería , pero si ni siquiera da ganas de conocer al que lo hizo, si no da señales de ser una persona interesante en un laburo en donde tuvo todas las posibilidades para expresarse, entonces, está en problemas.
Es como una media que puede ser mía o del último tipo de la cola del banco. Y no se hasta donde porque por lo menos las medias usadas hasta tienen el olor del dueño.

Ok el rojo es siempre rojo.
Pero ese mismo rojo puede cambiar según el artista. Claro. Hay que ser artista o tener ganas de serlo.
Mondrian usaba rojo. Van Gogh usaba rojo. Matisse usaba rojo. Pero cada uno lo hizo suyo.
Los claroscuros de Delacroix no son los mismos que los que usó Caravaggio.
Porque hicieron suyas las luces.
Hasta los fotógrafos logran diferenciarse Herb Ritts o Helmut Newton, los dos retratistas logran expresiones diferentes retratando a la misma persona.

Así un artista se expresa y se diferencia de los demás. Siempre siendo él mismo.
Cada trabajo es casi su autorretrato, tiene un estilo, una luz, un color que cambia, ya sea porque disuelva el óleo con aguarrás, trementina o aceite, o porque pinte con un pincel de marta o sintético, o porque le meta más materia que el otro.
Pero todos le meten su pasión a sus trabajos, se entregan a la evolución propia en función del ejercicio. Casi nunca saben a donde van a llegar, pero le ponen garra al viaje. Prueban.
Cuando el viaje es de buena leche siempre es aprendizaje y evolución. No se bajan en la primera estación, se bancan el tedio del recorrido hasta el final. Buscan un destino más interesante de lo que fue la partida.

Una vez conocí a un camarógrafo de muchos años de oficio, sabía muchísimo de fotografía y mucho más de dirección que el director que en ese momento estaba dirigiendo el comercial.
Me tocó estar comiendo con ellos dos en una mesita que por las dimensiones daba para una charla . Ahí el director le pregunta al cámara:
- ¿Querés venir a hacerme la fotografía de un comercial?
-No, le contesta
El director se rie, y sigue: ¿vas a dirigir?
-Nunca, contesta el cámara
Entonces el director medio hinchado las pelotas le dice: ..dejate de joder con la cámara, ya podés hacer otra cosa, tenés años, chapa, experiencia para dirigir lo que quieras, si sabés más de lentes y fotografía que cualquiera.
El cámara termina de masticar, toma un trago y le dice:
-Yo, lo único que quiero es ser el mejor cámara, tener la mejor toma. Si me tengo que subir a un palo de luz, si tengo que prender las luces de los trailers para tener el mejor color, si me tengo que cagar a trompadas con la cana porque no tengo habilitación, me chupa un huevo, hasta me importa poco la plata que me ofrezcan, yo me arreglo. Pero yo quiero que vos sientas que yo soy tus ojos y que me podés pedir lo que sea.
¿Viste cuando un pintor elige el pincel porque para hacer ciertos detalles usa siempre el mismo y lo cuida para que no se le joda? Bueno yo soy el pincel. Así vos me seguís llamando.

Ese cámara no era cualquier cámara. No es una media.

Entonces, cuando haces un trabajo sin ganas, ¿que estás diciendo?
Decís que eso no lo podes hacer. O que no te animás a hacerlo. O que no tenés los huevos suficientes..
Los pintores toman decisiones como que la forma se subordine al color. Que sea el color el que cuente y que la forma lo acompañe.
Cuando Matisse dijo que iba a contar como era su teoría del manejo del color dijo: a partir de lo que quiero expresar, pongo un color, ese pide otro y ese otro y así.
Los colores eran suyos, el manejo que hacía era personal y nadie más podía hacerlo de esa manera. No por imposibilidad sino por personalidad.
Así fue como cuando, después de haber perdido a parte de su familia y con mal de Parkinson no podía pintar, empezó a recortar papeles de colores y seguía manteniendo su estilo.

Ahora si esto lo pasamos a nuestro medio publicitario en donde la función retórica propia es la persuasiva, donde buscamos que el receptor tome una posición activa frente a nuestros mensajes, tratando incluso de modificarles sus conductas, la pasión en el creador, en el creativo, en el redactor, en el director de arte, en el director y en el cámara es vital.
Más aún, en la comunicación visual es primordial evitar la ambigüedad de las claves visuales y expresar las ideas de la manera más simple y directa.
O sea que el hecho de no ver o no reconocer al retratado, o por lo menos dar ganas de saber quién es por la ambigüedad del mensaje es desconocer los principios básicos de una pieza comunicacional.

Una pieza puede ser mala por mil razones pero lo que siempre debe tener es dignidad.
Un comercial malo pero bien hecho es muy diferente a uno que lo puede hacer cualquiera.
Cualquiera puede hacer un comercial, pero un comercial digno no.
Hay que ponerle mucha garra para que ese comercial malo sea digno.
Ahí hay alguien atrás que se pone toda esa mochila en las espaldas y avanza hasta llegar a hacerlo lo mejor posible. No lo deja ser cualquier cosa.
Que pasaría, si como en un autorretrato que puede ser de cualquiera, la foto del queso Sancor que muestran puede ser cualquier queso.
Cif debe mostrar que limpia de una manera diferente a todos. Además de ser mejor.
Porque si el comercial puede ser de cualquier cosa, o el detergente que mostrás puede ser cualquier detergente, o ese autorretrato puede ser de cualquier otro; lo que estás mostrando, mas allá del queso, es que atrás de eso hubo alguien que le dio lo mismo, que no supo lo que es un trabajo digno, que le faltó pasión y que va a ser tan olvidable como su trabajo.

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