domingo, 1 de marzo de 2009

Pensá que te piensan

Una persona verbalmente alfabetizada es aquella que es capaz de leer y escribir. Pero acá no se incluye a la persona que además puede interpretar el mensaje que aparece entre líneas. Esta interpretación requiere de cierto nivel cultural del lector, algo difícil de medir pero que se evidencia a la hora oir la interpretación que se hace del texto.
Lo mismo, pero exactamente lo mismo pasa con las imágenes. Hay personas que saben escribir con las imágenes, saben decir, dicen, tiran imágenes, conceptos, tiran al aire, creyendo que son certeros. Aunque la interprestación puede estar cerca o lejos del mensaje que quiso decir el emisor, vaya uno a saber…
También hay gente que lee, mal, cualquier cosa, pero lee.
Y hay gente que analiza lo que escribe y lo que lee. Que es certero con el público al que se dirige, sea el que sabe leer o el que no sabe. Esta gente tiene una cultura muy superior a los otros, porque necesitan saber qué y como hablan, leen y escriben para poder hablarles con sus imágenes. Y que lo interpreten, que reaccionen.
Es verdad que manejar la imagen, manejar esa alfabetidad visual es muy complicado y no hay libros con teorías que expliquen como se hace. Sólo se puede aprender ejercitándola, probando, equivocándose, criticándose y volviendo a probar.
Al final de un largo período de participación y percepción de los elementos visuales podremos saber que significan y quizás haber aprendido todo el alfabeto.
Se debe desarrollar su conocimiento a tal punto que los incluyamos tanto en nuestro conciente como en nuestro inconciente para manejarlos también intuitivamente. Deben estar ahí, pero no intrusivamente, deben ser percibidos, no deletreados.
Más allá de todo esto existe un hombre social masivo que mata al individualismo tanto como lector como escritor. Este hombre existe con una identidad de masa. Forma parte de grupos. Se identifica a partir de elementos en común con otros. Y este lee y escribe como todos esos. Ese hombre es un ser que al final termina pensando lo que la masa piensa. Para decirlo de otro modo piensa en función de lo que piensa o pensaría o debería el target. O dicho de otra manera mas: el target lo piensa, el no piensa en su individualidad.
El es interpretado. Los medios también lo interpretan. Sus referentes lo interpretan. Analizan profundamente su individualidad.
El comunicador que no se aleja de esto no puede hablar sino a otro de su mismo target. Con pocas palabras. Las que usa el target.
Encuentra los limites muy cerca.
Ni siquiera va a tener la experiencia del pollo –pobre animalito- que sale de su granja, cruza el alambrado, lo descubre el perro, huye, corre como puede, vuela lo que puede volar, chilla, y vuelve a cruzar el alambrado para, quizás, no salir mas; y así entregarse a una vida basada en el relato de esa aventura.

1 comentario:

Manso Posh dijo...

Leyendo esa reflexión me surgen dos analógismos con el mismo. El primero, con "El Hombre Mediocre" de José Ingenieros, acerca de esa gran masa de "grises", personas que estan en el medio entre los brillantes y los imbéciles, entre blanco y negro. El segundo, con la "Alegoría de la caverna" de Platón, en que es mucho más fácil quedarse en la comodidad de lo seguro y conocido que decidir salir a la incómoda luz con todo lo que el mundo tiene para ofrecer.
Me parece que abrir los ojos no es algo que puede hacer cualquiera, requiere una innata curiosidad y un entendimiento del mundo desligado de los absolutismos. Creo que despues de haber pasado varios años enseñando, te darás cuenta que no todos comprendieron la apertura del mensaje que intentás transmitir, mas bien todo lo contrario, la mayoría lo toma como un absolutismo, como algo que se cumple siempre y que sólo de una manera funciona.
Espero que hayas empezado bien el año en las ruinas de lo que fue una institución con cierto prestigio.
Saludos!